El Xoloitzcuintle, perro milenario sufrió mucho para su preservación. Descubre cómo logró conservarse la raza.
La palabra Xoloitzcuintle proviene de Xólotl (raro) e itzcuintli (perro). Era el perro del Dios Xólotl, quien según la mitología azteca, era quien acompañaba a los muertos al inframundo. Por lo tanto, se tenía la creencia de que los Xoloitzcuintles acompañaban a los muertos al Mictlán o inframundo. Era considerado un perro mágico; pero con la llegada de los españoles estuvo a punto de extinguirse. ¿Cómo se preservó esta raza milenaria?
Primeros vestigios del Xoloitzcuintle
El vestigio más antiguo del Xoloitzcuintle se encuentra en Tula en el año 3,500 a.C. en la cueva del Tecolote. Aquí se descubrieron restos de diversos perros tanto en basureros como en áreas de culto. Lo que se encontró es que el 70% de los restos pertenecían a perros con pelo, el 25% eran de perros pelones y estos se identificaron porque solo tenían un molar (una característica de los xoloitzcuintle), y había un perro con pelo pero sin dientes. Lo que no se sabe es que si estos perros fueron criados en Tula o en otro lugar.
Hacia el Pacífico también había Xoloitzcuintles
Desde Colima hasta Guerrero también se tienen documentados vestigios de perros sin pelo. Algunas figurillas que datan de hace 1,500 o 1,700 años son la prueba de la presencia de Xoloitzcuintles en esa zona. Las figuras tenían superficie lisa y otras superficie rugosa, esta última característica del xoloitzcuintle (tienen la piel del torso un poco arrugada). Aunque muchos piensan que los perros tradicionales de Colima son xoloitzcuintles, la realidad es que son tlalchichis porque eran perros enanos.
La raza creció
La raza de perros prehispánicos se hicieron comunes en Mesoamérica y Fray Bernardino de Sahagún describió tres tipos de perros en el Códice Florentino: